Si algo tiene Víctor Grippo
es que las ideas detrás de sus obras son maravillosas; aunque a simple vista
veamos solo una papa o un mantel de doble color.
La fascinación que tiene por
la alquimia, la transformación y la naturaleza le dan un sentido orgánico y de
investigación a todas sus creaciones.
Es químico de carrera y su
inspiración artística surgió en el periodo político de los años sesenta en
Argentina. Una época movida y llena de cambios duros.
Lo único que le critico a
esta exposición es que el grado de conceptualismo que ofrece puede resultar
ofensivo, sobre todo cuando no se tiene conocimiento de su obra. La gente no va
a un museo esperando ver vegetales conectados a electrodos. Sería importante
que pusieran algunos letreros explicando la idea de cada obra o que los enlaces
Muac (jóvenes becarios que explica la exposición) dieran el recorrido. De lo
contrario la perspectiva de esta puesta se queda truncada.
Para que la vayan
entendiendo, la idea principal de la muestra es la concreción (reducción a lo
esencial o a lo preciso de un asunto o materia). El artista dice que este
fenómeno llega a partir de que las imágenes y los objetos cotidianos, por medio
de la modificación de ciertas variables, cobran otro significado: “se trata de
extraer fragmentos de la vida cotidiana y, a través de ese fragmento o porción,
resignificarla a partir de la alteración de su contexto habitual.” En pocas
palabras la base de la corriente conceptual: un escusado como el Duchamp
llevado a un museo.
La exposición es un análisis
cronológico de la obra de Víctor. Todo bajo la teoría de trasformación: la ciencia
convertida en arte, la materia convertida en energía, la voluntad en conciencia
y la muerte en vida.
Visita también la muestra El
retorno de un lago.
Hasta el 19 de octubre de
2014.
Muac: Avenida de Los
Insurgentes sur 3000, Coyoacán.
Texto para el periódico MásPorMás. Léanme ahí todos los martes y jueves ;)
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