La artista, Paula Cortazar utiliza
piedras simples y las trata como gemas preciosas; otras las hace una especie de
dibujos tridimensionales y volumétricos que bien podrían ser mándalas o
registros de un sueño.
El recorrido para llegar
hasta esta exposición comenzó en Lyon, Francia, donde Paula estaba haciendo una
residencia. Todos los días cruzaba el lago de La Saone en bicicleta y miraba el
agua, sus pequeños pliegues modificados por el sol y la capacidad innumerable
que había en esa infinidad de repeticiones. Así empezó a tomar fotos que terminaron siendo dibujos.
Cuando volvió a Monterrey
volvió a conectar con el nuevo paisaje que se le presentaba, el paisaje que la
acompañó durante toda su infancia. Los fines de semana hacía distintos paseos
con su madre por las montañas inigualables que rodean la ciudad y el destino,
que nunca es fortuito, también la llevó a trabajar en medio de La Huasteca,
rodeada de un paisaje que no se detenía y que insistía en decirle algo.
La artista continuó su
trabajo sobre piedras como un ejercicio más de dibujo. Aquí ya estaba marcada
entonces esta línea orgánica donde el paisaje es el disparador para ejercicios
de trabajo de la artista y donde luego la obra final se transforma también en
la propuesta de un paisaje creado por ella misma.
Su travesía termina en el encuentro
con estas piedras más grandes que se vuelven esculturas y que dice quiso tratar
como diamantes. Cada piedra es escogida por la artista, elige las que están
desprendidas naturalmente de la montaña, y aquí hay un gesto de comunión inmensa
donde la artista tiene una aliada perfecta: la naturaleza.
Esta muestra poética y
hermosa que enaltece las obras de arte de la tierra está en la galería Machete
Art hasta finales de junio. Será importante visitarla para conocer una nueva
propuesta dentro del mundo del arte contemporáneo. Me gustó mucho. Es sutil y
ligera.
Córdoba 25, Roma Norte.
Texto para el periódico MásPorMás. Léanme ahí todos los martes y jueves ;)
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