lunes, 17 de agosto de 2015

Tengo algo que decir sobre Casa Virginia

El 7 de noviembre de 2013 en este mismo medio (periódico MásPorMás) publiqué una crítica a Casa Virginia a las pocas semanas de su apertura. Mi reseña fue dura y honesta: el restaurante no me sorprendió ni cumplió con mis expectativas. Así que durante años no volví a pararme por ahí. Etiqueté a la chef Mónica Patiño como alguien que repite fórmula una y otra vez. No logré percibirla como alguien novedosa y propositiva.

Casi dos años después, su publirelacionista me llamó por teléfono y me dijo: “queremos que vengas de nuevo a Casa Virginia y veas si mejoramos o empeoramos; nos arriesgamos a que nos destruyas de nuevo con tu crítica o que te retractes de lo antes dicho”.  Por supuesto acepté el reto. Me pareció un acto de valor importante por parte de la chef exponerse a mi opinión de manera pública nuevamente. Asumió las consecuencias de dicho ofrecimiento poniendo mi paladar a prueba. El resultado fue este:

Encontré encantadora la casa completa. Me parece que los espacios están muy bien pensados para todo tipo de situaciones. La barra del bar para una larga plática con coctel en mano. Las salas integradas y repartidas por todo el lugar por si hay lista de espera no tener que aguardar en una simple silla callejera. Y los distintos salones divididos entre ellos para una comida de fin de semana, con opción abierta para rentar un área completa y hacer un evento privado. Cada sección tiene lo suyo. Vi el lugar bastante evolucionado.

La carta de comida me pareció multifacética y considerada; tiene propuestas de temporada y platillos fijos. Encuentras desde unas tostadas deliciosas de aguacate y ceviche verde a precios muy razonables, hasta cortes de carne que requieren más de 24 horas de cocción y que rebasan los 400 pesos. Para comer rico aquí no necesitas gastarte una fortuna, pero si tienes oportunidad de gastar un poco más creo que vale muchísimo la pena probar sus especialidades. Yo comí el foie gras de hígado de ganso orgánico de libre pastoreo con compota de higos al balsámico y entré en trance: absolutamente delicioso. El puré de papa casero resultó una gran sorpresa, pues es la guarnición más sencilla de todas, pero la más inolvidable: está en su punto. También comí la sopa de alcachofa de Jerusalén, fue sutil, cremosa, aromática y misteriosa: no fue fácil descifrar sus ingredientes. La avellana se disfraza y da toques exóticos. Por último probé la crème brûlée de lavanda, que es por mucho, la más rica que haya probado. Ése toque floral le da un sentido poético a este postre inolvidable.

Casa Virginia resultó, paso por paso, platillo por platillo, una grata sorpresa en todos los sentidos. Sí mejoró, sí se transformó, sí cumplió con mis expectativas. El servicio es impecable. Así que me retracto de lo antes dicho. Mi reseña anterior se realizó a las dos semanas de apertura y comprendo que todo restaurante necesita por lo menos un mes para arrancar y funcionar a la perfección.

Ahora, con seguridad me atrevo a decir que Casa Virginia será de mis restaurantes favoritos. Mi percepción de Mónica Patiño ha cambiado. Admiro su trabajo y no olvido el tan agradable sabor de boca que dejó en mí. 

Vayan y corrobórenlo por ustedes mismos.




Texto para el periódico MásPorMás. Léanme ahí todos los martes y jueves ;)

No hay comentarios: