Me atrevo a decir con
seguridad que Toledo es uno de los artistas mexicanos más significativos de
todos los tiempos. ¿Por qué su importancia? Además de ser un magnífico artista
plástico que logra capturar la esencia mexicana y lo autóctono de las
estructuras básicas, es un activista social, ambientalista, radical, promotor
de la equidad, filántropo y un intenso guerrero que hace todo lo posible por
conservar el patrimonio cultural de nuestro país en nuestras manos. Mientras
Toledo exista el gobierno siempre tendrá a un artista que levante la voz y no
los deje salirse con la suya. Es una autoridad; es un ícono de la cultura
mexicana; es Toledo, el oaxaqueño que desde 1940 nació para cambiar el curso
del arte en nuestro país.
La obra de este artista en
su mayoría es gráfica; siempre enfocada a la pintura y a los grabados. Digamos
que su acervo es 90% realizado en papel. Pero desde hace algunos años ha
enfocado su inspiración en piezas de cerámica de alta temperatura, --sus ideas
han cobrado vida y profunda dimensión, digamos que hasta hiperrealismo--.
El centenar de piezas que
presenta en el MAM son de factura reciente; el autor las ha trabajado durante
2015 en el Taller Canela del maestro ceramista Claudio Jerónimo López en el
Centro de las Artes de San Agustín (CaSa).
Estas obras reúnen las
cualidades de color, textura, materiales e imágenes que identifican el trabajo
de Toledo y lo elevan a nivel de excelencia. Desde el punto de vista estético,
hoy su aportación más expresiva a la cerámica es la paleta de rojos subidos,
contrastados con tonos grafitos y ocres, que confieren al conjunto un acento
dramático.
Para Francisco Toledo, la
expresión artística sirve también para contribuir a la justicia. En fechas
relativamente recientes, ha incorporado de modo explícito a su obra temas de
actualidad política: la conciencia ecológica; por ejemplo, en la serie de
esculturas relativa a la lucha contra el maíz transgénico.
Creador de su tiempo, en
esta nueva serie se inspira en los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y
en la violencia que padece nuestro mundo contemporáneo, el cual parece
reaccionar de manera muy indiferente. Todo se olvida pronto y rápido. Toledo no
olvida y crea un homenaje a quienes lo merecen.
Muy interesante,
definitivamente imperdible.
Hasta el 28 de febrero 2016
Museo de arte moderno.
Museo de arte moderno.
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