Me encanta el título de esta
exposición, contrapone a dos de los más grandes artistas plásticos de la
historia en una misma frase. Por un lado Rubens: un pintor barroco de la
escuela flamenca que trató una amplia la variedad de temas que se pintaban en
ese entonces: religiosos, históricos, mitología clásica, escenas de caza,
paisajes y retratos; así como dibujos, ilustraciones para libros y diseños para
tapices. En el otro ángulo Anton Van Dyck, con su método de pintura de una
elegancia relajada; especialmente dedicado a la elaboración de retratos. Los
dos cuentan historias distintas y podríamos hasta compararlos. Pero la realidad
es que Van Dyck no existiría sin Rubens porque fue su aprendiz. Así que el
título más que crear un versus figura una reconciliación entre ambas visiones.
La exposición tiene obras no
solo de ambos artistas, sino de todos aquellos que figuraron en esta época, verás
piezas como: “Naturaleza muerta con peces” y “Naturaleza muerta con pájaros”,
ambas de Alexander Adriaenseen; “Flores en un jarrón” y “Flores y guirnalda de
frutas”, de Gaspar-Pieter Verbruggen; “Guirnalda de flores con la virgen y el
niño”, de Jan Philip van Thielen; “Virgen de Cumberland”, de Peter Paul Rubens;
“Calvario”, de Adriaen Thomasz Key; “Paisaje con figuras clásicas”, de Cornelis
Huysmans; “Retrato de Jean Charles de Cordes” y “Retrato de Jacqueline van
Castre”, ambas de Anton Van Dyck (1599-1641).
Es una oportunidad única
para apreciar el arte antiguo, el verdadero; el que tenía todo el mérito; el
artesanal, el verdaderamente inspirado; el arte que parece una fotografía por
su precisión y perfección. El arte que no conoció las tendencias contemporáneas
vacías y sin ningún tipo de cualidad.
Roba el aliento ver piezas
tan llenas de talento y con tanta dedicación. Cada rostro antiguo cuenta una
historia distinta. Trata de interpretarlos.
Esta muestra estará vigente hasta el mes de marzo de
2016.
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